Cobertura Dcine / Día 4

Dicen que el miedo es fundamental para los seres vivos, una de las emociones más primitivas cuya función es prepararnos para la supervivencia, para dar una respuesta rápida y eficaz ante una amenaza. El problema es vivir toda una vida atenazado por el miedo, que todo lo que hagas y vivas se vea marcado y mediatizado por un miedo asimilado y aceptado como algo habitual y hasta normal. La sociedad Iraní, y sobre todo las mujeres iraníes, viven ese terror cada día, a cada momento, y por lo que parece, y si nada cambia que es bastante probable, están condenadas a seguir así.

De ese miedo también sabe y mucho el realizador iraní Mohammad Rasoulof, que fue encarcelado por el régimen que gobierna su país y se ha visto obligado a huir al exilio por temor a perder la vida por denunciar en sus películas el asfixiante y brutal comportamiento de sus dirigentes . Su última película, «La semilla de la higuera sagrada», nos habla de este miedo cerval a través de la historia de una familia formada por un padre, que aspira a un puesto como juez instructor, su obediente y sumisa mujer, y sus dos hijas, una universitaria, y la otra adolescente. La misteriosa desaparición de una pistola que el padre había obtenido para defender a su familia desencadenará una serie de tristes acontecimientos que destrozaran la familia. Mientras todo esto ocurre se desencadenan en el país una serie de protestas de todo tipo por la muerte violenta en una comisaría de una joven detenida por negarse a cubrirse la cabeza que las autoridades reprimen de forma brutal, con ensañamiento, y sin miramiento alguno.

A través de esta historia con formas y hechuras de thriller, y con numerosas imágenes reales grabadas con sus móviles por los tristes protagonistas y testigos del inhumano comportamiento de las autoridades durante las algaradas, el director y guionista realiza una contundente y certera denuncia de lo que ocurre en Irán, y de cómo las nuevas generaciones de mujeres y hombres no están dispuestas a seguir aguantando esta injusta situación aunque la salvaje reprensión que sufren y rige sus vidas intente impedirlo por todos lo medios. El problema es que el guión, que se las ingenia para mantener al espectador en un puño la mayor parte del metraje interesado por el destino de unos personajes que parece abocado a la tragedia, termina desbaratándolo todo en un tercio final repleto de malas decisiones de escritura, lagunas y hechos fortuitos convenientes que diluyen el mensaje y casi arruinan una obra que de otra forma podría haber sido grande. Con todo, es un cine de denuncia interesante y necesario, que muestra una vez más que la mejor arma que tienen las mujeres para enfrentarse a las numerosas injusticias y barbaridades que sufren en demasiados lugares de mundo es luchar unidas, empatizando y reivindicando  sus derechos pisoteados.

DCINE (Reverendo): (6,5 / 10)

DCINE (Barry Collins): (6,5 / 10)